En esta serie de cuadros, la mayoría de ellos acrílicos sobre tela, y los dos últimos pertenecientes a la corriente de arte objeto (fueron realizados sobre una tabla de planchar), la figura femenina predomina como símbolo de lo indescifrable. La mujer se vuelve carne, pero también un ente etéreo, en constante conflicto entre su espíritu desbordado y el lento paso de las horas.
Es extraño apreciar en sus cuadros, cómo la misma mujer que se desborda en erotismo, al mismo tiempo padece los efectos de una cárcel terrible. Así, los azules y los amarillos de los que se vale la pintora,
son el resultado contundente de los estados de ánimo de sus personajes. La mujer como lumbre, la mujer como agua, como aire. Pero, al final, como lo muestran las dos últimas imágenes, la mujer que disfruta plena de su cuerpo y del cuerpo de su pareja. La mujer deleitándose en la simbiosis de los cuerpos.
Vero Fernández, en su reconocimiento de la femeneidad, parece retratar los complejos laberintos de la psique del mal llamado sexo débil. Conseguir este acercamiento, no es tarea fácil. Dejemos que las imágenes hablen por sí mismas. Bienvenida Vero, a Juguete Barroco.
Alma del viento
(Vero Fernández)
(Acrílico/tela, 100 x 80 cms)
(Vero Fernández)
(Acrílico/tela, 100 x 80 cms)
Avanza simplemente
(Vero Fernández)
(Vero Fernández)
(Acrílico/tela, 100 x 80 cms, 2011)
El tren se ha ido
(Vero Fernández)
(Vero Fernández)
(Acrílico/tela, 100 x 80 cms, 2011)
La equilibrista
(Vero Fernández)
(Vero Fernández)
(Acrílico/tela, 100 x 80 cms, 2011)
El patio de atrás
(Vero Fernández)
(Vero Fernández)
(Arte objeto, 2011)
El patio de atrás (II)
(Vero Fernández)
(Vero Fernández)
(Arte objeto, 2011)
Verónica Fernández
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